Eficiencia, una carencia de nuestro modelo político, económico y social.

>> domingo, 21 de marzo de 2010


Uno de los mayores males de nuestra economía, sino el mayor, es la baja tasa de eficiencia de nuestras empresas. -Bueno, sin contar con la ineficiencia política.- Es curioso como las PYMES que representan el 99,87 por ciento de total de negocios en España, sólo sean capaces de proporcionar el 67% del empleo total y un 65% del PIB. Las multinacionales, sin embargo llegan -con tan pequeño porcentaje del total, menos del 0,20 por ciento- a una nada despreciable cifra del 14-15% del PIB. Cierto es las ventajas administrativas que tienen las multinacionales en comparación con las Pymes; pero aun así, sigue siendo un abismo.

Aún siendo un mal dato, es esperanzador por el gran horizonte que nos deja. Al contrario de otras economías más industrializadas, nuestro margen de modernización y mejora es enorme. Y ello bien utilizado es toda una bendición. Es mucho el trabajo que debemos hacer, y para ello tendremos que realizar importantes cambios, tanto a nivel político como individual y social.
Deberíamos de zambullirnos, sumergirnos a todos los niveles en una cultura de la eficiencia. Al igual que aquella famosa y repetitiva cantinela (no voy ahora a dar mi opinión) sobre el uso del preservativo. Pues algo semejante a modo de mantra, deberíamos de hacer con la eficiencia. Sólo con coco…sólo con eficiencia… y grabarlo a fuego.

Nuestras empresas se ven sumidas en grandes gastos por bajo nivel de competitividad. Fabricar cualquier producto nos cuesta más que a la competencia. Nuestros costos por procesos de bajo rendimiento (cop3) nos dejan en un mal lugar para competir con otros productos en el mercado. ¡Ya no valen excusas, hemos de ponernos las pilas! Las empresas han de asumir su parte de responsabilidad y dar un paso hacia la modernidad. Ya está bien de auto compadecerse. Millones de familias dependen de ello. Todos dependemos de ello.

Esta crisis sería más llevadera si nuestros procesos fueran en esa línea. Necesitamos una industria moderna, flexible, preparada para el cambio. Sumida en una política de mejora continua. Algo que los japoneses adoptaron hace mucho tiempo y que hasta hace unos años les ha ido muy bien. Ahora están en una fase de colapso y estancamiento, que muestra de forma clara cual será el futuro de nuestra economía global. Algo que en poco tiempo sucederá en Alemania, Francia, USA y que provocará grandes cambios y terribles crisis que dejarán pequeña a la actual. Pero eso, por ahora, lo dejaremos para otro día.

Hasta ahora todo han sido parches, y parece que seguiremos en esa línea. Antes de la entrada del euro, teníamos una moneda la cual devaluar, una chapuza, pero ante tales despropósitos muy efectiva para mantener nuestra competitividad. Algo que por cierto, los chinos, y muchos países emergentes siguen haciendo. Otra chapuza es la de bajar salarios, pero sin atisbo de mejores soluciones, y a estas alturas de partido, parece inevitable si queremos seguir siendo competitivos. Luego se escuchan otras, como la edad de jubilación…etc.

Todo esto estaría muy bien si fueran medidas pasajeras, coyunturales, encaminadas a salir del pozo en el que nos encontramos. Y a partir de ahí coger el toro por los cuernos, meternos de una vez en la Champions League, como dijo nuestro presidente. Sin embargo, mucho tendrán que cambiar las cosas para que eso suceda. De momento me temo que seguiremos por la senda de la chapuza. Algo que desgraciadamente se nos da muy bien.

Siempre he creído que la entrada en el euro -aún con los desequilibrios en que lo hicimos- era una muy buena oportunidad de aprendizaje, una muy buena excusa para convertirnos en una nación seria, fuerte, capaz de sacrificarse y trabajar hacia la eficiencia. De aprender de los mejores, quitarnos los complejos, las legañas del pasado y resurgir con fuerza. Hemos tenido facilidades para hacerlo y las hemos desperdiciado apostando por el dinero fácil. Y ya sabemos que a la larga, sin esfuerzo no hay beneficio; y así estamos.

Nuestra política educativa es totalmente ineficiente, nuestros estudiantes salen adormilados de los “templos del conocimiento”. Asustadizos y nada aventureros, dan la espalda a actividades emprendedoras, y desgraciadamente muy encaminados al empleo público. Luego los pocos que se atreven salen con una idea muy a la española: pelotazo y dinero rápido. Sin olvidarnos de las empresas familiares, las cuales, la gran mayoría sigue con una idea muy tayloriana y conservadora de lo que es un negocio. En este sentido hace falta una gran revolución. Aire fresco y mucha, mucha creatividad. Sólo hay que echar un vistazo por las ofertas de empleo, para ver la mediocridad imperante. Todo gris y repetitivito, parece que el mercado sólo quiere clones. Clones del despropósito.

Las políticas económicas, eso de lo cual carecemos, deberían de ir encaminadas hacia un nuevo modelo económico basado en la eficiencia. Además tenemos un clima, un paisaje y un potencial como país maravilloso. Sería catastrófico no seguir apostando por el turismo. Pero hagámoslo con eficiencia, enfocados en la calidad total. Mejor servicio, mayor seguridad, infraestructuras, limpieza… Una mejora sustancial como imagen de marca país.

Muchas son las políticas de estado encaminadas a favorecer, incentivar y crear el contexto necesario para lograr un verdadero cambio cultural hacia una nueva y más eficiente forma de entender la economía. Para ello una buena medida sería solucionar y aceptar de una vez por todas, los problemas de deuda y morosidad de nuestro sistema financiero. Ya sea socializando la deuda o cerrando las entidades que estén en bancarrota. Por muy duro que sea, siempre será mejor que no hacer nada y seguir viendo como el crédito no llega. Nos ponemos a cero, y ahora sí, empezamos a hacer bien las cosas. A partir de ese momento podemos poner todos los recursos en ello.

El cierre del Bulli es un claro ejemplo de falta de eficiencia, profesionalidad y método de trabajo. Un verdadero problema cultural que muestra cómo se puede ir al traste un gran negocio que lo tenía todo para seguir triunfando y no fue capaz de continuar hacia delante. Nos muestra lo importante que es rodearse de verdaderos profesionales, saber delegar y buscar la excelencia en todo lo que se hace. Ya sea preparar un nuevo postre o interpretar y buscar ineficiencias en un balance. Cuántas familias e ilusiones se han ido por la borda. Triste guinda que culmina esa gran estafa llamada el milagro español.

Ahora sólo nos queda mejorar.

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El milagro español, economistas de salón y ¿qué pasa con la jubilación?

>> viernes, 12 de marzo de 2010

Mucho deberían reflexionar nuestros queridos economistas cuando personajes de la reputación de Joseph Stiglitz, todo un premio nobel, dice cosas tan absurdas como que las burbujas económico-financieras sólo se detectan cuando explotan. Al menos dice que está a favor de regular los mercados. No sé para qué, ¡si luego no son capaces de detectar los excesos!

Un tal Alfred Marshall, hace mucho, denominó a lo que llamamos burbujas: mercado en desequilibrio; que con una buena contabilidad y estadística, es fácil de prevenir. Siempre y cuando nuestros admirados políticos no interfieran y nos muestren los datos de la contabilidad tal como son. Sin opacidades, subterfugios aritméticos, ni informaciones fuera de hora, o meses (por eso de jugar con los tiempos políticos.)

No nos dirá el día exacto, eso se lo dejamos a la pitonisa Lola, pero sí nos estará indicando que el mercado no está en equilibrio. Aquí se lo bautizó como el milagro español. Contra más tocho se vendía, más subía el precio. ¡Algo de locos, el anti mercado! ¿Alguien cree que ellos no lo sabían…?

Una muestra más de que el concepto de escasez es una ficción. Y una muestra más de que la política y la economía son incompatibles (desgraciadamente) siempre y cuando los políticos sigan creyendo que la economía es una simple herramienta electoral.

Claro ejemplo es esta memez sobre aumentar la edad de jubilación. ¡A quién se le ocurre…! Con más de cuatro millones de desempleados, y un paro juvenil por las nubes; me imagino a Pablo con 65 años currando en la obra y a Pablito con 23 tirado en la cama. – Hasta la noche hijo, recuerda renovar la tarjeta del paro y deja la cena preparada…

Me asusta el maquillaje y cortoplacismo de la clase política, pero más me asusta, si cabe, escuchar a muchos economistas de tertulia mediática como apoyan y defienden semejantes disparates. Renegando de la más sencilla teoría económica y cayendo en la manipulación de masas más obscena y decadente ¿No han pensado en una educación de calidad, o en una cultura de la eficiencia o en modernizar nuestros sistemas productivos? ¿Es que se conforman con una industria débil y una ciudadanía adormilada y muy subsidiada?

¿Tendrá algo que ver este globo sonda sobre la edad de jubilación, con la bajada de pensiones entre el 2 y el 9% para la gran mayoría de pensionistas…?

Para rematar y darle sentido a esa estafa llamada el milagro español, deberíamos de resaltar al presidente de la Asociación Hipotecaria Española diciendo que la deuda contraída con las entidades financieras, algo así como 325.000 millones de euros, el 30% del PIB español, no podrán devolverlo. Cantidad muy por encima de las reservas de dichas entidades. Lo cual significa la quiebra de muchas de ellas. Mucho tendrán que falsear y maquillar la contabilidad (bastante más de lo que ya han hecho hasta ahora.) si quieren seguir ocultando los problemas. Bueno, no pasa nada, si al final pagaremos nosotros, la ciudadanía, la no casta, el pueblo.

Con razón, aquí no hay quien se jubile. Esto no lo pagamos ni con tres reencarnaciones.
Henry Hazlitt dijo algo así: “No es una idea inteligente dejar la economía en manos de personas que en caso de no hacer bien las cosas, no perderán su trabajo.” O su dinero, añadiría yo.

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El problema

>> sábado, 6 de marzo de 2010

El Gran Maestro reunió a todos los discípulos para escoger quién tendría la honra de trabajar directamente a su lado.

-Voy a presentarles un problema,- dijo el Gran Maestro,- y aquél que lo resuelva primero, será el nuevo guardián del Templo.

Terminado su corto discurso, colocó un banquillo en el centro de la sala; encima estaba un florero de porcelana seguramente carísimo, con una rosa roja que lo decoraba.

-Éste es el problema-, dijo el Gran Maestro; -resuélvanlo.

Los discípulos contemplaron perplejos el “problema”, por lo que veían los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y la elegancia de la flor.

¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál sería el enigma?

Pasó el tiempo sin que nadie atinase a hacer nada salvo contemplar el “problema”, hasta que uno de los discípulos se levantó, miró al Maestro y a los alumnos, caminó resueltamente hasta el florero y lo tiró al suelo, destruyéndolo.

- ¡Al fin alguien que lo hizo! – exclamó el Gran Maestro – ¡Empezaba a dudar de la formación que les hemos dado en todos estos años!. Usted es el nuevo guardián.

Al volver a su lugar el alumno, el Gran Maestro explicó: – “Yo fui bien claro: dije que ustedes estaban delante de un “problema”. No importa cuan bello y fascinante sea un problema, tiene que ser eliminado.Un problema es un problema; puede ser un florero de porcelana muy caro, un lindo amor que ya no tiene sentido, un camino que precisa ser abandonado, por más que insistimos en recorrerlo porque nos trae confort… Solo existe una manera de lidiar con un problema: atacándolo de frente. En esas horas, no se puede ser tentado por el lado fascinante que cualquier conflicto acarrea consigo.

Acepta los problemas y resuélvelos.

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Proyecto de certificación bancaria. Hacia un nuevo paradigma.

>> sábado, 27 de febrero de 2010


La banca campa a sus anchas en este complicado mundo financiero. Nos engañan y despistan entre la opacidad de la maleza. Acabando en un sistema caótico de difícil control y seguimiento. Resulta curioso como a partir de algo tan efímero, hayamos creado tal cantidad de productos financieros.

Leyendo la opinión de ciertos medios de comunicación, por ejemplo Joaquín Estefanía, y los rumores a voces que nos van soltando los políticos, veo que están más por ver quién controla el dinero, que por una convicción real de resolver los problemas financieros mundiales (y locales).

Esta crisis y las ayudas de todos nosotros vía gobierno, fue una preciosa oportunidad para que la banca y las instituciones públicas trabajaran conjuntamente para buscar la raíz de los problemas y encontrar soluciones duraderas. Obama de momento y los que luego vendrán, parece que se conforman con un aguinaldo en forma de impuesto, tasa… que contente a la ciudadanía. Un artificio mercadotécnico más. Y ése no es el camino.

Personalmente no me gustan las leyes, o contra menos mejor. Cada nueva ley es un nuevo fracaso del ser humano. Aunque muchas veces pueda parecer el camino más corto. Todo lo contrario; las leyes suplen lo que debería ser una buena conducta humana; y acaban siendo el parche de nuestros fracasos.

Las leyes se han convertido en un dogma más, así que las intentamos cumplir pero sin convicción ni enseñanza alguna. ¿Seríamos capaces de vivir sin leyes? La respuesta me temo que sería negativa, lo que certifica y demuestra su poca utilidad. ¡Retornaríamos en muy poco tiempo a las cavernas! Hacemos las cosas porque sí, y no por experiencia, aprendizaje o evolución.

Seguimos una crisis tras otra y a eso lo llaman ciclos. ¿Para qué hacer nada? Siempre ha sido así.

Tenemos un poder político que quiere tener un mayor control económico y un poder económico que quiere tener un mayor grado de libertad legislativa. Y en medio estamos nosotros; la sociedad civil, que huérfana de todo protagonismo danza al son de los otros.

¡Y ahí tenemos la solución! una sociedad civil responsable, activa, que tome el protagonismo y sea capaz de levantar los colores a la clase dirigente.

Una solución, en el caso de la banca, podría ser la de crear un organismo controlador y certificador, cuya principal misión sería cambiar la mentalidad de sus responsables, más que la obediencia ciega y no transformadora que se obtiene con las leyes impuestas -tratamos de ser seres humanos responsables, no de ser frías máquinas obedientes-. El aprendizaje pasa por la asimilación y el trabajo diario, y no como consecuencia de una ley milagrosa caída del cielo, aséptica, sin bagaje. ¡Es así porque lo dice la ley…!

Sería una institución, que jurídicamente podría ser lucrativa, o no, privada a ser posible, pero con colaboraciones y apoyos gubernamentales para integrar al mayor número de estamentos de la sociedad. Pero sin ningún tipo de control político.

La base principal sería certificar y reconocer a los bancos que quisieran colaborar con un distintivo de banco responsable. Para ello la institución certificadora debería estar abalada por grandes personajes y profesionales de la sociedad. Personas que tuvieran un reconocido prestigio y notable peso social. Por ejemplo personas vinculadas a escuelas de negocio, universidades, medios de comunicación…etc. Y sin olvidar al pueblo llano, vía asociaciones de usuarios… etc.

Estos personajes por su reconocido prestigio además de aportar sus conocimientos, actuarían como grupo de presión y canalizador de las ideas del ente certificador. Les daríamos la oportunidad de formar parte de un proyecto que ponga en práctica todo aquello que tan magistralmente pregonan (hasta que sale una teoría nueva y se olvida). ¡Serían cocreadores de este nuevo paradigma económico!

Los bancos se verían obligados a pasar la certificación por lo bueno y prestigioso de ser reconocidos como “banco responsable”. Les agregaría valor. Sería una buena referencia por parte de los clientes a la hora de elegir banco y una garantía de que su dinero va a ser responsablemente administrado.

Sería algo parecido a una norma ISO de calidad, pero centrada en la responsabilidad y en los valores de una banca humana y comprometida.

Tendríamos una bella institución nacida de la sociedad civil. Ejemplo de cooperación ciudadana, y en el peor de los casos, fábrica de ideas, y lugar para la reflexión.
Como dijo un místico: para derrumbar un muro, primero hay que hacerlo en los corazones de las personas. Y este muro ha empezado a derrumbarse.

Sin duda vendrán nuevas crisis y sólo estaremos preparados con la ayuda de todos.

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“NI UN EURO PARA HAITI: DÓNDE ESTÁN LOS PORTAAVIONES Y LAS LANCHAS DE DESEMBARCO?

>> sábado, 16 de enero de 2010

Os dejo esta entrada que escribe una amiga en otro foro y que con su permiso comparto con todos vosotros.

"NI UN EURO PARA HAITI: DONDE ESTÁN LOS PORTAAVIONES? Y LAS LANCHAS DE DESEMBARCO?

“Lo único que me concierne es lo que debo hacer, no lo que la gente crea que debo hacer”

Me disculpo de antemano por traer Haití a este espacio dedicado a otro tema pero creo que me lo permite el titular que en sí es una declaración de intenciones.

Imagino en este momento que alguien, por ejemplo yo, diga :
Ni un euro para Haití , por lo que está pasando”.

Ese alguien, seguramente, recibiría la repulsa general de los miembros de este foro.

Y de muchas personas más.

Por qué insistir en el efecto perverso de la ayuda, como tantas veces hice sin conseguir el menor eco?

Ahí van los datos. Los datos que me indignan y deberían indignar y mover a la acción a cualquier ser humano que lo sea:

Estamos ante algo más que una catástrofe, letal, de alcance mucho mayor del que tuvo la bomba de Hiroshima.

Nunca antes, ni en las grandes batallas ni en los grandes desastres de la Historia se produjo un número tan alto de muertos concentrados en un espacio proporcionalmente tan reducido.

Solamente en Puerto Principe hay en este momento, cuarenta y ocho horas después del estallido, más de cincuenta mil cadáveres de seres humanos abandonados pudriéndose en las calles y la capacidad de retirada y enterramiento de los equipos disponibles, hoy, ahora, no sobrepasa la retirada de cien cadáveres por día.

En las salas, pasillos y recinto de uno de los dos hospitales existentes en la capital haitiana, gestionado por diversos equipos internacionales, hay ahora mismo, en este preciso momento dos mil cadáveres en proceso de descomposición, llenos de moscas compartiendo el espacio con los heridos , varios miles más que nadie podrá salvar porque muchos de ellos sufren graves traumatismos o necesitan amputaciones y la gangrena, rápida, no perdona.

El segundo hospital de Puerto Principe es el único que se encuentra operativo aunque con carencia de medios básicos que tratan de resolver los equipos cubanos que se ocupan de su control. Sin comentarios.

El dinero y la ayuda no han podido entrar, apenas una parte mínima para garantizar el trabajo y subsistencia de los equipos de rescate que no pueden realizar su trabajo porque la población desesperada se les viene encima con la agresividad de la desesperación y no existen mínimas garantías de seguridad, tampoco les permiten el uso de armas por el que están clamando.

Más de doscientos alumnos y profesores de la escuela de enfermeria de Puerto Principe se encuentran atrapados entre los escombros del edificio y hoy, ahora, se pueden escuchar sus voces puidiendo ayuda pero no han podido desembarcar en el puerto ni excavadoras ni palas mecánicas porque las dos unicas gruas portuarias existentes resultaron dañadas.

Esto es una, solo una pequeña parte y entre tanto el mundo entero se moviliza para entregar… dinero. Una vez más, como si el dinero fuese, una vez más, la panacea.

Por qué me niego a donar un solo euro para Haití?

Porque me resulta difícil, si no imposible tranquilizar mi conciencia cuando tranquilizar mi conciencia implica, como implica, enviar a otros seres humanos al infierno.

Porque creo que hay trabajos que competen a las estructuras de gobierno de los paises y de las grandes organizaciones que cuentan con dotaciones financieras de vértigo para intervenir, precisamente, en este tipo de Apocalipsis.

Porque, me pregunto, si no hay gruas operativas en el puerto de la capital de Haiti y su aeropuerto está colapsado, para qué sirven los portaaviones que , a muy pocas millas de distancia se encuentran en la costa de los Estados Unidos, por hablar del país desarrollado más cercano?

Será que el amigo americano no dispone de lanchas de desembarco provistas de rampas que puedan transportar gruas y excavadoras y el personal necesario para intervenir en emergencias catastróficas, las tan mentadas “fuerzas de paz” supuestamente necesarias para evitar este horror, esta desconsideración y este total y absoluto desprecio plenamente evitables, queriendo?

Será que los portaaviones más potentes del mundo no disponen de gruas en cubierta capaces de desembarcar en este triste puerto el material pesado que se necesita para intervenir y de paso el agua para hospitales y población en estado de abandono inhumano cuando no demoníaco?

Y frente a este pandemonio, cómo es posible que los parlamentos de los pueblos no se reunan para ordenar y financiar una intervención operativa en este absoluto y total desastre?

Cómo es posible que los propios pueblos sean incapaces, absolutamente incapaces de exigir a sus representantes una declaración de emergencia mundial para que obren evitando así o por lo menos intentándolo esta situación que no se puede tolerar porque no es el terremoto sino la falta de reacción operativa lo que indigna y hiela en este desastre a escala planetaria?

Con frecuencia he manifestado mi preocupación por los efectos perversos de la cooperación entendida como se comprendió en el Siglo XX, porque es un modelo de efectos letales.

Pienso y afirmo sin la menor duda que no podemos, no y mil veces no, seguir pensando en aportar una ayuda que no sirve más que para tranquilizar la conciencia de quien la da, sirve para que esas personas que ayudan, con un euro o un millón me da lo mismo, se tranquilicen y no exijan, como debieran y mucho menos comprendan que frente a este panorama infernal son los gobiernos de los paises y las instituciones dotadas economicamente para ello quienes tienen la obligación y el deber ineludible de actuar en el momento zero en las zonas de impacto y suplantar con limosnas esta responsabilidad comporta una ignorancia inadmisible y comporta, sobre todo, condenar sin paliativos a los seres humanos a morir sin redención en el peor de los infiernos.

Organizarnos para exigir a los gobiernos e instituciones su inmediata intervención y posteriormente, solo posterioremente, después de confirmar que esta se ha llevado a cabo como se debe, abrir el grifo de la solidaridad financiera y global condicionando así la ayuda financiera y solidaria a la actuación operativa y eficaz de quienes tienen la capacidad que, seamos serios, a nosotros nos falta para intervenir podría ser un esbozo de alternativa pues, me pregunto, qué harían los gobiernos e macroinstituciones solidarias si de pronto se les condiciona el acceso a los ríos de dinero que les llueven, si se condiciona esta ayuda a su propias intenciones, dinamismo y capacidad de intervenir?

Por eso, aunque muchos me digan lo contrario yo no pienso, no y mil veces no, aportar de momento absoluamente nada más que esta nota, fruto de la desolación y de la más profunda impotencia, que intento también, es mi primera aportación, hacer llegar a redacciones de medio mundo para, aunque de poco sirva, preguntar:

Cómo es posible que nuestros gobiernos puedan enviar sondas a Marte y no puedan desembarcar excavadoras en Haití?

¿Dónde están los portaaviones y las lanchas de desembarco capaces de transportar maquinaria pesada y cien mil veces más toleladas de medicamentos, equipos, agua y alimentos que los que pueden transportar por via aérea?

Aunque solamente sea para que nadie me pregunte dentro de algunos meses o de algunos años: Y tú, qué hiciste?

Y tenga que responder: Ingresé un valor (?) en una organización."

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El dinero ha muerto (parteIII)

>> viernes, 4 de diciembre de 2009


“No es una buena medida de salud estar bien adaptados a una sociedad profundamente enferma” (J. Krishnamurti)

El dinero se ha convertido en una herramienta paralizante que impide la evolución humana. El ser humano en este caminar a través de la evolución va adquiriendo mayores estados de consciencia. Nuestro amor y compasión va creciendo y ahora empezamos a ver a todos los seres humanos del planeta como nuestros hermanos. Ya no es una intuición o un conocimiento científico basado en fríos datos estadísticos. Somos muchos los que sentimos a ese niño famélico llorar dentro de nosotros. Muchos lloramos porque somos ese niño.

En el planeta cada año mueren 500.000 mujeres durante el parto y 2 millones de niños recién nacidos, el 90% de estos casos se encuentran en los países pobres.

En los países en desarrollo viven 1300 millones de personas por debajo de la línea de pobreza, más de 100 millones de personas viven en estas condiciones en los países industrializados, y 120 millones en Europa Oriental y Asia Central.

Las disparidades de la pobreza, realmente alcanzan cifras alarmantes; Asia Meridional concentra la mayor cantidad de población que subsiste con 1 dólar, es decir 515 millones de personas. Seguida por Asia Oriental y Suroriental y el Pacífico donde 446 millones de gentes viven en estas condiciones. 219 millones en África al Sur del Sahara. Y 11 millones en los Estados Árabes. En América Latina y el Caribe 110 millones de personas viven con 2 dólares diarios. En Europa Oriental y en los países de Asia Central 120 millones de personas viven con 4 dólares al día. (Ronaldo Cordera Campos)

Esto significa que más de ¼ parte de la población en las regiones en desarrollo y ¡1/3 de la población mundial! viven en condiciones de pobreza con ingresos diarios de ¡1 dólar por persona!

Las naciones se resisten. Los coletazos seguirán por un tiempo, y depende de nuestra cordura alargar o acortar tal agonía. Las reuniones del G20, la última de Barcelona sobre el cambio climático y otras negociaciones de orden mundial están siendo un fracaso. Se empieza a ver el sálvese quién pueda. Seguimos como estábamos y lo peor de todo; seguimos utilizando el telescopio de Galileo para ver el universo. El dinero como herramienta para distribuir y mejorar el nivel medio de vida de los seres humanos ha sido y es un fracaso.

Para reflexionar: la Tierra tiene recursos abundantes y nuestra práctica de racionar los recursos por medio del uso del dinero, es un método obsoleto que causa mucho sufrimiento. No es dinero lo que se necesita, sino un manejo inteligente de los recursos de la Tierra para beneficio de todos. (Jaque Fresco)

Ahora con la crisis que padecemos se muestra de forma evidente cómo es el dinero y no los recursos lo que falta y falla para una mejor distribución de la riqueza. Cualquiera que vaya por el campo verá que todo sigue igual. Los árboles frutales siguen creciendo, el agua de los ríos es la misma, la lluvia, los minerales, la energía. ¡Curiosamente el sol sale todos los días…! Todo sigue igual pese al dinero. Pero llevamos el paradigma monetario en las venas, incapaces de ver el mundo sin tan feo filtro. Y claro, no somos capaces de ver más allá. De ver lo evidente.

En España hay más de 3,500.000 viviendas vacías más 1.000.000 de viviendas nuevas sin vender. Coches hay un stock increíble, acero, plástico, aluminio, maderas, gomas…etc. Las empresas quiebran porque no dan salida a sus productos. Pero lo que importa que son los recursos, están ahí. Lo que no hay es dinero. Justo lo único que no es real. Pero como no hay dinero no se pueden comprar. O sea, recursos hay, para todos, de sobras y sin tener que pasar hambre ni falta de comodidades. La naturaleza nos da todo lo que queramos si la tratamos con mimo.

Mucha gente cree que la codicia es parte de la naturaleza humana. La codicia forma parte de la familia de la envidia, que por cierto, no se halla en la lista de las emociones básicas esenciales para la supervivencia. Es una artificialidad debida a que las personas han convivido por siglos con la escasez o la amenaza de escasez. Estos patrones han estado con nosotros por siglos, por lo que mucha gente piensa que son parte de la naturaleza humana y no pueden ser modificados. En un ambiente de abundancia y seguridad emocional, la mayoría de patrones negativos no seguirían prevaleciendo.

Todos los conflictos del mundo se ven directa o indirectamente relacionados con la falta de recursos. Hasta los problemas mentales (en su mayoría) son consecuencia de éstos. Si acabáramos con la pobreza, solucionaríamos de raíz la mayoría de violencia y guerras del planeta. Las cárceles se quedarían vacías. Sólo graves enfermedades mentales de nacimiento serían causa de violencia; pero todos nuestros esfuerzos y recursos podrían estar enfocados a combatirlos.

El dinero frena la cooperación entre empresas, científicos, universidades y personas. Todos quieren la patente de marras, el lucro, la fama. Imaginaros a los mejores científicos del mundo trabajando conjuntamente, intercambiando ideas y técnicas sólo por el simple hecho de mejorar el planeta. ¡Un ejército de personas encaminadas a mejorar la vida de todos! Enfocados en crear. ¿Cómo se puede educar a un niño de 18 años para que mate, para que destruya? ¡¿Hay alguien ahí…?!

Por eso las grandes corporaciones prefieren ir por libre, ser los primeros en una nueva patente y lucrarse hasta las cejas.

Así que la máxima de nuestro sistema se basa en la competencia, el canibalismo creativo y los codazos haber quién llega el primero. Todo cultural. Se enseña en nuestras escuelas, desde primaria hasta la universidad. ¡Este virus llega a todas las capas de la sociedad! Los individuos compiten, los trabajadores compiten, los directivos, ejecutivos, las organizaciones, los políticos, los estados, los gobiernos, ¡todo está patas arriba! Una gran y esquizofrénica anarquía.

Uno de los éxitos de la educación finlandesa se basa en la cooperación. Los alumnos más rezagados son ayudados por los más adelantados. Y no dejan que nadie se quede en el camino. Además de enfocarse en las individualidades y capacidades innatas de cada alumno-aunque en este sentido todavía hay mucho camino que recorrer-.

Las empresas de capital riesgo, los Hedge Funds, la banca de inversión o los inversores privados, apuestan por empresas que les aporten un mayor nivel de ganancias a corto y medio plazo. Sin duda serán reticentes a la hora de apostar por una organización que sacrifique parte de sus ganancias en el bien del medio ambiente, la calidad de vida de sus empleados -por ejemplo facilitándoles planes de pensiones, guarderías, o mayores remuneraciones- o el bien general de su entorno.

Si fuéramos capaces de cooperar y aplicar el método científico, nos daríamos cuenta que hay recursos para todos. Utilizando de forma inteligente la tecnología, los recursos y el personal técnico adecuado. Serían decisiones basadas en estudios científicos y no en la simple e ilógica ley del dinero y en los intereses de cuatro estados y personas.

En la mayoría de los casos, el cambio amenaza a aquellos que ocupan una posición aventajada, de ahí, que la mayor parte ellos sean los primeros en estar a favor de mantener las cosas tal cual están. Esto resulta cierto para cualquier sociedad, sin importar si la estructura de poder sea religiosa, militar, socialista, capitalista, comunista, fascista o tribal. Los líderes siempre intentarán detener los cambios. (Jaque Fresco)

Nacho Rivera

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El dinero ha muerto (parte I)

>> lunes, 30 de noviembre de 2009

¡El dinero ha muerto! Sí, el Dios de la codicia, el representante del diablo en la tierra, la versión más fea del ego humano ha muerto. Y ha muerto porque los mismos que lo crearon lo están destruyendo, y eso al contrario de lo que creen; es una bendición, el final de una época. El ocaso del modernismo, y esperemos; el amanecer de un verdadero postmodernismo.

Algo así proclamaría Nietzsche si levantara la cabeza. Porque su superhombre sería incapaz de proclamar su libertad a menos que acabe con este nuevo Dios. Dios que no sé si fue bueno en sus inicios, o incluso después, pero está claro que hoy ya no puede funcionar, y mucho menos venerar.

Se ha convertido en el destino, objetivo y motor de la vida humana, y eso es volver a la era de los mitos. Mitos que sólo eran bondadosos si sacrificábamos a una pobre virgen en su nombre. ¿Cuántas vírgenes; inocentes, son sacrificados en nombre del dinero?

André Kostolany, otro que sabía, padeció y disfrutó el dinero, decía que lo único que hace falta para triunfar en el mundo de la bolsa es tener paciencia, dinero, suerte e ideas. Lo cual llamó las cuatro G. Ahora se le quedaría la cara de G-ilipollas al comprobar como, y enmarcándolas en un contexto más general, la única G que queda es la de Geld (dinero). Todo se ha reducido a eso. Dinero, dinero, dinero.

Recurriendo a Milton Friedman y premio Nobel de economía, tampoco sé si eso es bueno: “El dinero es un convencionalismo, un mito, una ficción. Las personas privadas aceptan esos pedazos de papel porque confían que otras también lo harán.” Así que todo se reduce a la confianza. No al valor intrínseco del billete, que es casi nulo.

Partiendo de la idea de confianza, y viendo que el dinero físico es casi una ficción; la gran mayoría de capital (más del 90%) que se mueve diariamente en el mundo es una simple combinación de ceros y unos que viajan por la red, y jamás verán la luz del sol: ¿Seríamos capaces de vivir sin dinero? ¿Seríamos capaces de prosperar y distribuir mejor la riqueza? ¿Podríamos trabajar enfocados en el bien común? ¿Qué pasaría…?

Los bancos están para ganar dinero, y a partir de esa máxima tan perversa; se va al traste cualquier idea creativa y constructiva. Las buenas ideas, las buenas empresas, las buenas personas, los buenos negocios, las buenas causas: no importan. No importan en absoluto a los que prestan (otro equivocado concepto) el dinero. Porque lo único que les interesa es ganar dinero exento de riesgo, claro, ¡qué fácil! Y para ello financian capital, qué contradicción, a los que ya tienen. Y en ésa absurda paradoja; el propósito fundamental de los bancos que es distribuir mejor la riqueza: se va al garete.

La idea que comparto con todos, y lejos de ser dogma, ni mucho menos, es una reflexión abierta hacia la búsqueda de nuevos caminos. Al final los yoguis, los místicos, Edward de bono y tantos otros; decían, dicen lo mismo: abrir la mente, despejarse de condicionamientos, desapego mental, pensamiento lateral... Todo en la misma línea; ver las cosas en toda su inmensidad. Buscar nuevas formas de ver y comprender el mundo. Sin miedo al qué dirán. Sin miedo a equivocarnos. Con la ayuda de todos.

Intuyo que otro mundo es posible. Imagino al primer loco que se le ocurrió coger una rama prendida después de una tormenta y cómo sus compañeros de tribu o de lo que fuera le vociferaban y recriminaban su curiosa osadía. Imagino su cara de sorpresa e impotencia al ver que nadie le entendía. Pero aún así fue capaz de dominar y controlar el fuego. Aún así, y después de muchos insultos y cachiporrazos, a saber si no se lo comieron, permaneció fiel a su instinto y pudo así demostrar el bien que ello supuso.

Se suele decir que las armas no son el problema, que el dinero no es el problema, que las bombas no son el problema. Que el problema son los humanos. ¿Es qué las bombas, armas y dinero han sido creadas por generación espontánea u obra de algún chalado alienígena? ¡Las bombas son creación de los mismos que están dispuestos a usarlas!

Nos dicen que el dinero es la medida de todas las cosas. Sin él no se puede hacer nada. Y yo me pregunto: ¿qué parte del dinero se necesita para plantar unos tomates, construir un edificio o ayudar técnicamente al tercer mundo? Ninguna parte, sólo se necesitan personas y recursos. Y los recursos son los que son, no hay más por mucho dinero que se tenga. Así que la idea es una economía, un mundo, basado en los recursos. Y hay recursos para todos. Sólo hay que aprovechar los grandes avances científicos y enfocarlos en lo realmente importante. ¡No en fabricar bombas!

Los últimos estudios en biología, y otros menos recientes, están demostrando lo que Lamarck ya decía hace algún tiempo. Las especies que sobreviven y evolucionan no son las más adaptadas físicamente, sino las que mejor cooperan entre ellas y demás habitantes de su entorno.

La enseñanza es muy simple: si queremos seguir existiendo en este paraíso azul, tendremos que empezar a cooperar entre nosotros y con el resto de especies. Cosa que no hemos sido capaces de hacer, pero que ahora, con perspectiva y una visión más holística e integral; somos capaces de intuir y comprender. Hemos confeccionado muy buenos mapas, las teorías sistémicas nos han acercado más a este mundo global e interconectado, a ésta preciosa Gaya que tanto daño hacemos. Nuestra visión es más nítida. Pero ahora ¡tenemos que profundizar! Entrar donde nunca antes lo habíamos hecho: en la consciencia, en la interioridad de las cosas. Y nuestra profundidad, nuestra consciencia: pide a gritos paz, amor y recursos para todos.

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