Responsabilidad gratuita...

>> viernes, 24 de abril de 2009

De vez en cuando me encuentro con alguna persona que dice que menos mal que vivimos en un país en donde la educación y la seguridad social es gratuita...

Para el que no lo sepa o no lo haya pensado, muchas veces damos por supuesto cosas que no son del todo ciertas, o nada ciertas. Permítame corregirle, estas cosas tan mágicas y maravillosas nos cuestan, y mucho.

Si cogemos nuestro sueldo bruto y lo dividimos en 12 meses, 7 meses irán a su bolsillo y el resto, 5 meses, irán a las arcas del estado. Es decir que 5 meses al año está trabajando única y exclusivamente para el sistema.

El problema además de ser económico, es social. Porque si no le gusta la educación pública, porque adoctrina a su hijo, tendrá que irse a un colegio privado y pagarlo. Pero usted seguirá pagando la pública aunque no la use. Y lo mismo sucede con la sanidad, si no le gusta,váyase a la privada, pero seguirá cotizando la pública. Estará pagando por duplicado.

La educación es una arma peligrosa en manos de los políticos, su cometido no es educar ni gestionar una empresa, para ello hay profesionales muy cualificados que velarán por los intereses del centro y los alumnos, y en caso de mala gestión pagarán las consecuencias, cosa que con los funcionarios no pasa. Lo mismo diríamos de la sanidad.

Las clases más desfavorecidas no se verían desprotegidas pues parte de los impuestos, mucho menores, irían para cubrir sus necesidades. Se les pagaría un colegio privado concertado.

De esta manera disfrutaríamos de una educación de mejor calidad, podríamos elegir la educación de nuestros hijos que más se adapte a nuestros valores y principios y ésta no se vería adulterada y manipulada por el gobierno y gerifaltes de turno.

Imáginese que el estado no le quita nada de su sueldo bruto, menos un mínimo para proteger a los más desfavorecidos. Usted con ese dinero tendrá la libertad de elegir centro educativo y sanidad a su gusto y preferncias. Es justo, es mi dinero y yo hago o decido como invertirlo.
Pero lo bueno y más constructivo de todo esto, es que nos hace más libres, pero también más responsables. Porque si me gasto el dinero en comprarme, por ejemplo, un cochazo, no tendré para sanidad o educación. Así que tendremos que aprender a gestionar nuestro propio dinero, y el que no sea consecuente que lo pague. Porque lo que no sería justo es que yo tenga que financiar a alguién que no es responsable y pretenda vivir de los demás.

Libertad es responsabilidad, pero la gente no quiere serlo, prefieren dejar sus vidas en manos de otros y así, si se equivocan, no serán ellos los que paguen las consecuencias. Y los estados muy gustosos seguirán ejerciendo de padres caritativos y viviendo del contribuyente.

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Vivienda digna, pero responsable...

>> lunes, 20 de abril de 2009

Los mismos políticos que llevan años hablando de la necesidad de una "vivienda digna" de pronto están alarmados de que los precios estén bajando; oh, que viene la deflación. ¿Cómo puede haber vivienda digna si no es reduciendo su precio?

Lo que sucede es que nuestros gobernantes entienden "vivienda digna" como "vivienda abaratada por los políticos que intervienen en el mercado mediante subvenciones, controles de alquiler y otras medidas que les permiten ganar votos". La vivienda digna asequible por el mercado no les beneficia en nada y, por tanto, no les interesa. Y es que todos los estudios realizados demuestran que la vivienda más asequible se encuentra en aquellos mercados menos intervenidos.

Cuando los nuevos inquilinos se muden a las viviendas embargadas, ¿qué pasará con los anteriores? ¿Se quedarán sin hogar? ¿O más bien se trasladarán a otras casas que sí se puedan permitir? Por supuesto no tendrán tantos lujos como antes, pero habrán tomado una decisión más inteligente.

Ni siquiera el buenismo del Gobierno de turno, puede conseguir que todos disfrutemos ahora mismo de todos los lujos que nos apetezcan. Lo que sí puede hacer es permitir que cada cual asuma los riesgos que considere convenientes para alcanzar esos lujos... y cargue con las consecuencias si se equivoca. El contribuyente o sea la clase media esquilmada, no debería soportar un riesgo que en ningún momento ha aceptado. Aplíquese dicha responsabilidad a banqueros, directivos y constructores varios.

Papá estado tiene que erigirse como el salvador de las clases más desfavorecidas, descalificando al libre mercado y haciendo el flaco favor de tener una sociedad estado-dependiente y poco responsable. Vamos, niños mal criados que eso sí, pasarán por caja en forma de urna y hasta dentro de cuatro años…

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Transgénicos,una mentira que engorda a unos pocos II

>> martes, 14 de abril de 2009

Otro asunto es el que deriva hacia la salud humana. Las células de la planta para ser modificadas genéticamente han de ser invadidas, y la mejor forma de hacerlo es utilizando virus y bacterias, sabiendo los riesgos que ello conlleva.

Hoy en día en EEUU sólo 4 compañías venden semillas y otras cuatro carnes. El mundo de la alimentación ha pasado ha ser propiedad privada. Se patentan genes y con ello alimentos animales, vegetales, y partes del cuerpo humano. Y por tanto dueños de todo lo que pongan en esos genes.

Monsanto y Dupont han comprado la mayoría de fábricas de semillas de todo el mundo. También han comprado las semillas que los gobiernos durante décadas han ido almacenando para conservar la diversidad; y las han patentado a su nombre. Con esto controlan todo el mercado.

Estas multinacionales utilizan el argumento del hambre en el mundo y cómo con sus productos acabarán con ella. Esto es del todo falso. 800 millones de habitantes pasan hambre por no poder costearse una agricultura de calidad. Y debido a la inmensa deuda que tienen han de vender mucha de esa cosecha para poder sufragarla. Los mapas de la FAO muestran claramente lo poco cultivada que está la tierra en áfrica.

Los agricultores emigran a las ciudades y han de subsistir con los escasos trabajos que hay. Pasando de ser independientes a ser dependientes. No es tanto un problema de falta de alimento si no de falta de producción de alimento.

En América del norte y Europa hay superproducción de alimentos y en esta absurda paradoja, los agricultores no recuperan los costes de producción y deben de recurrir a subsidios del estado.

Las plantaciones transgénicas utilizan lo que se denomina gen suicida. Sólo vive una cosecha y luego el agricultor ha de comprar nuevas semillas para volver a plantar. Bonito negocio.

Toda una población mundial dependiendo de la alimentación de unas pocas multinacionales, terrorífico.

Esto se extenderá a otros productos y nuestras vidas estarán en manos de unos pocos desaprensivos.

Hemos de luchar por una alimentación de calidad, basada en productos naturales, locales y de temporada. El futuro está en nuestras manos. Somos lo que comemos.

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Transgénicos, una mentira que engorda a unos pocos

>> lunes, 6 de abril de 2009

Sólo el 2 por ciento de la población norteamericana se dedica a la agricultura actualmente. Durante miles de años la agricultura y la evolución humana crecían conjuntamente. Los agricultores guardaban las semillas y las plantaban una vez recogida la cosecha y así indefinidamente. Eran miles las variedades que se podían encontrar de un mismo tipo de cultivo. Por ejemplo en China había miles de variedades de arroz.

A partir de la primera guerra mundial, y como consecuencia del desarrollo de armas químicas, surgieron los primeros fertilizantes no orgánicos. Y ya en la segunda guerra mundial se perfeccionaron con los gases nerviosos. Erigiéndose el DDT como gran aliado de la agricultura. Prometiendo mejores cosechas a precios más bajos. A todo esto, junto a la mejora de técnicas en la plantación de semillas lo llamaron la revolución verde. Se discute si estos inicios partían de una buena causa, debido a la enorme población que pasaba hambre.

A raíz de estas mejoras, décadas después, se observó un aumento de la producción agrícola y degenerando en la plantación de un solo tipo de cultivo. Este monocultivo uniformó genéticamente los campos, produciendo grandes carencias ecológicas, que fueron aprovechadas por insectos y enfermedades, causando grandes hambrunas. Cebándose mayoritariamente en las zonas de monocultivo. Actualmente el 97 por ciento de variedades de vegetales está extinguido.

Los agricultores para combatir estas plagas, entraron en una espiral de utilización desmedida de insecticidas, herbicidas y fertilizantes, cuanto más usaban, más necesitaban. Incrementando el costo, contaminando las aguas y creando riesgos para la salud.

En 1970 Monsanto introdujo un potente herbicida llamado RoundUp, que además de matar cualquier insecto también era perjudicial para la planta. Ya en 1990 la misma empresa introduce unas semillas modificadas genéticamente que son resistentes al potente herbicida. Pasando de la revolución verde a la revolución genética. De esta forma, la empresa que comercializa el herbicida, también vende las semillas. Y éstas son registradas como un herbicida más. Así que tenemos unas semillas de maíz propiedad de una multinacional. Los alimentos habían sido excluidos del registro de patentes por ser un producto vital y de primera necesidad. Pero saltándose ese acuerdo el senado de los Estados Unidos levantó esa prohibición, presionado por el poder económico de Monsanto.

El problema y diferencia con la medicina genética es que cuando una planta modificada genéticamente sale del laboratorio ya no puede ser controlada. Y sus consecuencias pueden ser impredecibles.

Un tema de gran polémica, es cuando un insecto, vía aérea, poliniza una planta orgánica, convirtiéndose de esta manera en propiedad de Monsanto, aún cuando el agricultor no lo haya querido. Es evidente que no se le pueden poner puertas al campo. Otro problema que tienen los agricultores orgánicos, es que más del 60 por ciento de plantas transgénicas son iguales que las genuinas. Así que cuando el agricultor se haya dado cuenta, posiblemente tenga todo la plantación contaminada, y tenga que pagar un
canon a la patente.


Continuará...

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Sinérgias, algo más que colaboración.

>> miércoles, 1 de abril de 2009

Cada uno de nosotros interactúa consciente o inconscientemente con un pequeño número de personas en lo que se pueden denominar “interacciones decisivas”. La influencia que ejercen en nosotros incide poderosamente en nuestro futuro, a tal grado que nuestros destinos prácticamente se entrelazan, bien sea para liberarnos y elevarnos o para bloquear nuestro progreso.

Cuando un grupo de personas, por ejemplo en una organización se unen para realizar un trabajo en común, no sólo están aportando sus ideas individuales, también se están creando nuevas como fruto de la suma de todas. Dando como resultado infinidad de posibilidades. Aumentando de manera extraordinaria nuestra mejor decisión y posibilitando la mejor solución a nuestro problema.

Por eso de la importancia de un líder, encargado de propiciar de una forma adecuada esas sinergias y de promover el ambiente adecuado para que éstas se produzcan.
Las buenas costumbres se propagan con gran rapidez y son muy beneficiosas para cualquier tipo de proyecto en común, ya sea una empresa o una relación de pareja. Pero los malos hábitos, las malas maneras son igual de rápidas en su propagación y muy destructivas.

Por eso de la importancia de una sonrisa, una palmada en la espalda, o unas palabras de cariño con nuestros empleados-colaboradores. No requiere de costes económicos y son profundamente beneficiosas para la creatividad y la salud general de la organización.
Cualquier acción por pequeña que nos parezca, tendrá efectos a largo plazo y de ello depende que tengamos un mejor o peor futuro. Cuida y mima tu presente y conseguirás un precioso mañana. Las más grandes obras son aquellas que se construyen día a día.

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