¿Caridad o calidad...? ¿ Subvención o imaginación...?

>> martes, 17 de febrero de 2009

Soy un fiel partidario del altruismo y la ayuda sin contraprestaciones, del amor gratuito y desinteresado. Pero estoy totalmente en contra de las subvenciones “desinteresadas” de los gobiernos.

La investigación e innovación surge como reacción a problemas y obstáculos que van surgiendo en el camino, tanto a nivel empresarial como individual. Pero cuando estos problemas se intentan ocultar a base de talonario, lo único que se consigue es un ligero maquillaje a corto plazo, pero como el problema sigue ahí, tarde o temprano volverá a surgir. Y esa organización no estará preparada para solventarla. Pues perdió una bonita oportunidad de aprendizaje cuando apareció el problema la primera vez.

Tenemos infinidad de ejemplos en la historia de personajes que resurgiendo de las cenizas acabaron triunfando en sus respectivos campos de actuación.

Los estados en un afán por conseguir votos , aplican subvenciones y ayudas a sectores con problemas o en crisis. Además de ser injusto, por favorecer a unos y no a otros. Interfiere en la libre competencia y no deja fluir la normal selección de los talentos y habilidades profesionales. Convirtiendo en muchos casos a sectores industriales en simples mantenidos del estado. Siendo ello un escollo para ellos mismos, como para el país en su totalidad.

Las ayudas tienen que ser de base; legales, éticas, educativas, burocráticas, pero nunca económicas.

Las empresas que no hayan sabido adaptarse a los cambios o simplemente hayan vivido de la buena situación general y no hayan hecho los deberes, fracasarán. Eso es una realidad y una prueba de la dinámica y evolución del mercado.
Por ello deberán estar en continuo cambio, innovando e invirtiendo en todo aquello que le de valor.
Ya sea mejora de procesos como formación de empleados.
Para ello es muy útil adoptar sistemas y filosofías que funcionen; como es el Kaizen o mejora continua.

Filosofía utilizada hace muchas décadas en Japón, y que además de contribuir a una mejora del ambiente y motivación laboral, haciendo partícipes a todos los integrantes de la empresa, es financieramente asequible y muy rentable. Ya que las mejoras no consisten en cambios radicales económicamente elevados, sino en ir mejorando de una manera pausada pero sin fin. La empresa jamás deja de mejorar, siempre preparada para cualquier bache en el camino.

El problema es que en países latinos la resistencia al cambio es enorme. Hacer entender a los trabajadores-colaboradores que mucho de lo que han hecho hasta ahora no era totalmente correcto suele ser un insulto a su ego.

Continuará...

2 comentarios:

Adelina 22 de febrero de 2009, 0:58  

De acuerdo contigo. Me ha gustado tu texto.

Yo callo poco...

Me dio tiempo a leer.

Un beso.

Nacho 23 de febrero de 2009, 11:20  

Gracias Sakkarah, me alegra que te haya gustado.

Un saludo.

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